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lunes, 23 de agosto de 2010

Dedicatoria del templo expiatoria de la Sagrada Familia

La celebración de la dedicatoria de una iglesia es quizás la más completa y la más significativa de las ceremonias litúrgicas. ¡Consagrando un edificio a los encuentros consagrados de la Alianza, canta, en la exultación, todo el misterio de las bodas que, uniéndonos al Cristo, en el Espíritu, nos permiten llamar «¡Padre!» con el Hijo.

Tal celebración demanda que la cuasi-totalidad de la comunidad eclesial interesada sea reunida en torno al obispo, de sus sacerdotes y de sus diáconos. Se viene en procesión hasta el edificio que se debe consagrar; las puertas son abiertas solemnemente. El obispo bendice el agua destinada a la aspersión del pueblo presente, de los muros interiores y del altar de la iglesia: es como un bautismo. Después de la Gloria y la Colecta, el obispo toma un leccionario, lo muestra al pueblo diciendo: « Que siempre resuena en esta casa la Palabra de Dios; que ella revela el Misterio de Cristo y realiza su salvación en la Iglesia ».
Anotar esta manera de subrayar que la salvación es la Obra de Dios y de su Palabra. 
Después del Credo, las letanías de los Santos tienen lugar de Oración universal: la Iglesia de la tierra se junta con la Iglesia del cielo. Reliquias de mártires y de otros santos son selladas entonces en el altar, en señal de la unidad del Cuerpo místico en el Cristo. Sigue la gran oración de dedicatoria, admirable condensado de todo el misterio de la Iglesia y de la liturgia. Como para una confirmación, viene el rito de la unción de las cinco cruces del altar así como de toda la mesa de altar, después de los doce (o cuatro al menos) cruz de consagración de la iglesia; esta unción se hace con la santa crisma.


Se hace flamear entonces con el incienso sobre el altar, en señal de la oración que deberá seguir subiendo hacia Dios en esta iglesia, llenándola del buen olor del Cristo (2 Co, 2, 14-16); se inciensa la asamblea, templo vivo el otro del cual es el signo. Capas son puestas sobre el altar, manifestante que es la mesa del sacrificio eucarístico ; se enciende de los cirios, cerca del altar o sobre el altar, y delante de cada una de las cruces de consagración, después todas las lámparas posibles, en símbolo del Cristo que es la Luz del mundo (Jn 8, 12 ; 9, 5).  
El sacrificio eucarístico es finalmente el rito esencial de la dedicatoria. Después de la comunión, el obispo inaugura solemnemente la reserva eucarística: hecho presente por el sacrificio de la misa, el Cristo va a permanecer de ahora en adelante entre los suyos.


Se tenía que detallar aproximadamente pocos estos ritos de la dedicatoria, puesto que constituyen un agrupamiento único de todos los símbolos y actos principales de la liturgia. Lo que los sacramentos de la iniciación realizan para una persona, la dedicatoria lo efectúa para este signo visible de la concentración de los hijos de Dios en la casa del Padre, que es una iglesia consagrada.


El día elegido para el aniversario de la dedicatoria de una iglesia tiene rango Solemnidad para esta iglesia. El aniversario de la dedicatoria de la iglesia catedral es celebrado como Fiesta en toda la diócesis. La Iglesia entera se une el 9, de noviembre, a la alegría de los fieles de Roma que, en torno al papa, su obispo, devuelven gracias para la dedicatoria de la basílica mayor Santo Joan de Latran «madre y Dueña de todas las iglesias » en tanto que catedral del obispo de Roma: el Santo Padre mismo; esta celebración tiene, fuera de Roma, el rango de fiesta.


Robert Le Gall - Arzobispo de Toulouse - Dictionnaire de la Liturgie (francés)
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